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María Eduarda, por machismo, los ejidatarios no le permitieron heredar las tierras de su difunto marido

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María Eduarda Pech fue despojada del terreno que era herencia de sus hijas e hijos. Los ejidatarios de Ticimul no le cedieron la tierra,  tras la muerte de su esposo, Feliciano Ramírez Cocom. Se lo entregaron a otra persona. A pesar de esto, hoy los apoya en su la lucha, ya que cómo ella fueron despojados de sus predios.

Texto por Claudia V. Arriaga Durán.

Foto de Moisés Alcántara.

Umán, Yucatán, 22 de julio de 2022.-  María Eduarda Pech fue despojada del terreno que era herencia de sus hijas e hijos. Los ejidatarios de Ticimul no le cedieron la tierra,  tras la muerte de su esposo, Feliciano Ramírez Cocom. Se lo entregaron a otra persona. A pesar de esto, hoy  los apoya en la lucha, ya que cómo ella fueron despojados de sus predios.

María Eduarda tiene 76 años y hace más de 20 años que la dejaron sin la tierra que le daba de comer. Relató que sabe trabajar el campo, aprendió desde pequeña. Ella y su esposo vivían de lo que cosechaban, lo consumían y vendían.  Los ejidatarios la dejaron sin nada, piensa que porque la vieron “sola”.

“Se murió mi esposo y yo sé cortar penca, pensé que podía ir a sacar la penca al terreno, chapear, hasta se hacer la tumba, roza y quema del campo. Yo trabajaba la tierra con mi esposo. Mi papá trabajaba en el campo y me enseñó”, relató con tristeza.

“Cuando vi que vendían los terrenos hasta hice fila varias veces y me preguntaron  por qué iba, que no tenía derecho, que me habían quitado de la lista”, recordó.

Para poder alimentar a sus hijas e hijos, María Eduarda se vio obligada a salir a vender lo que pudiera en las calles. Los menores la acompañaron durante años, excepto la más pequeña, que en aquella época tenía dos meses.

“Dos meses tenía mi hija cuando murió su papá. La dejaba con mi tía solo pozole tomaba porque no había dinero. Mi tía se lo daba en su boca, no tenía ni dinero para su biberón”, comentó.

María y la impotencia de vivir en la injusticia.

La hija de María Eduarda, María Francisca Ramírez Pech recordó que ella y su hermanito salían a vender con su mamá.  En ocasiones, caminaban desde la comisaría de Ticimul hasta las colonias del sur de Mérida. Consideró que era un recorrido kilométrico y pesado para unos pequeños.

De lo positivo, rescató que en el camino se encontraron con buenas personas, que aliviaban su carga.

“Desde las 8 de la mañana salimos, de puerta en puerta y no nos compraban, a veces regresábamos a las 6 de la tarde, hasta que se gaste todo. Con lo que ganaba mi mamá compraba jamón y queso o un cuarto de frijol para poner en la candela, al día siguiente lo mismo, no podía comprar otra cosa”, expresó en entrevista.

“Cuando había naranja dulce, hay nos veían cargando las bolsas y pitas. Hay personas que son buenas, que nos decían que no anduviéramos en el sol y nos compraban todo; llevaban todo, pero nos pedían que fuéramos a nuestra casa a descansar”, platicó conmovida. 

María Francisca describió a María Eduarda como una excelente madre, quien en algunas ocasiones se quedaba sin comer porque no alcanzaba. Sigue sin comprender que impedía a los ejidatarios ceder el terreno que le correspondía por herencia. 

Siente impotencia al recordar cómo su mamá lloraba y aún le duele que no pudo defenderla. Tenía apenas seis años de edad.

“Cuando vendieron los terrenos hace 10 años, salió a hacer fila y le dijeron que estaba tachado su nombre, que se lo habían quitado. Ella siempre se ponía a llorar y cada que vendían terrenos salía a ver si le daban algo. Las personas sabían que tenía cinco chiquitos que mantener, que le quitaron el terreno y nadie hizo nada”, comentó con nostalgia. 

¿Qué pasó con las tierras ejidales de María Eduarda?

Las tierras de María Eduarda y otros ejidatarios de Ticimul  fueron vendidas por medio de una asamblea falsa en el 2007.  En el sitio se construyó el fraccionamiento Gran Santa Cruz. En tres ocasiones el ejido protestó, actualmente, impidieron que se inaugure el lugar.  Exigen el pago correspondiente