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Alicia y Sonia son mujeres mayas que viven en los municipios de Akil y Tekax en Yucatán, México. Ambas, con ayuda de familiares y amistades, crearon redes de apoyo para salir del país ya que denunciar a sus agresores no les garantiza seguridad. Sonia, partió este viernes a la frontera, luego de pagar 350 mil pesos a un “pollero”.

Por Claudia Victoria Arriaga Durán

Alicia vive en el municipio de Akil, en Yucatán, México, sobrevivió a un intento de feminicidio y sigue siendo acosada por su exesposo. Planea tramitar su visa y pasaporte para irse a Estados Unidos.  A poco más de 10 kilómetros de distancia vive Sonia, en Tekax, este viernes emprendió el viaje a EE.UU. Le pagó 350 mil pesos a un “pollero” para cruzar el desierto. Huyó de su pareja, quien la golpeaba constantemente, y también de la red de narcotráfico para la que aceptó trabajar cuando su hijo enfermo de cáncer.

Son amigas y ambas comparten el mismo anhelo: dejar atrás la violencia de género. También viven en el mismo estado, Yucatán, considerado como el más seguro de todo México.

Las cifras oficiales, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), lo ubican como uno de los de menor tasa en el delito de feminicidio. En 2021, se registraron cinco. Sin embargo, para las activistas feministas la realidad es otra: documentaron 13 ese mismo año.

La Fiscalía de Yucatán registró el feminicidio de tres mujeres en los primeros ocho meses de 2022. En relación a otros estados la incidencia es baja. En estadísticas, se trata 0,26 por cada 100 mil mujeres, mientras que en Nuevo León ocurren 2.15 por cada 100 mil.

Lo que no recogen estas cifras son el miedo a denunciar y la ausencia estatal. Las yucatecas solo tienen 15 fiscalías para denunciar los delitos, distribuidas en los 106 municipios. Las mujeres que viven en las zonas periféricas tienen grandes dificultades para movilizarse a estas sedes y buscar ayuda.

En estos municipios apartados, como Akil y Tekax, existen mujeres mayas que crean redes para apoyarse cuando logran dejar atrás la violencia de género. Eligen como destino Estados Unidos, en donde, por lo general, tienen amistades o familia.

Alicia busca migrar a Estados Unidos para no ser asesinada 

Alicia tiene 34 años, estuvo casada durante 12 años y tiene un hijo adolescente, Miguel, que estudia segundo año de secundaria. Ambos viven en el municipio de Akil, a 107 kilómetros de distancia de Mérida -capital del estado de Yucatán-, el trayecto en automóvil es de una hora y media, y en transporte público de dos a tres horas.

Es responsable de los gastos de la casa, de la educación de Miguel y por supuesto, de mantenerlo.

Se casó a los 22 años, pensó que sería para toda la vida. A diferencia de muchas mujeres de su pueblo, terminó la preparatoria y estudió unos meses de la licenciatura en derecho. Aun así no encuentra un empleo que cubra sus necesidades dentro de su comunidad.

Decidió separarse de su esposo en el 2020 porque la intentó asesinar en reiteradas ocasiones. La última vez puso un cuchillo en su garganta y amenazó con degollarla. Logró escapar y lo denunció en el 2021. Acudió a la agencia de la Fiscalía más cercana,  ubicada en el municipio de Tekax, a 184 kilómetros de distancia.

“Él cuando llegaba a la casa, a la hora que sea, después de drogarse con cristal, no solo me golpeaba, sino que me obligaba a tener relaciones sexuales, pasaron años y ya no podía más. Me empecé a comer las uñas de la ansiedad y dejé de dormir, solo pensaba en suicidarme. Luego me arrepentía porque pensaba en mi hijo”, dijo mientras enseñaba sus uñas.

La autoridad determinó que su vida estaba en riesgo y le otorgó una orden de restricción. La policía también debía hacer rondines de vigilancia. Pero nada detuvo a su expareja y quedó registrado en video como él la acosaba en la madrugada y la amenazaba con violarla y asesinarla. La policía nunca llegó a tiempo para detenerlo en flagrancia.

En Akil, entre 2018 y 2022, ninguna mujer denunció ser víctima de abuso sexual y solamente una manifestó que fue violada; la información la proporcionó la Fiscalía de Yucatán a través de una solicitud de transparencia.  Por violencia familiar 35 fueron ante las autoridades.

Alicia y su activismo.

Dos meses después de que Alicia se divorció una de sus mejores amigas, Dolores, fue víctima de feminicidio. A partir de ese día, movilizó a todas las mujeres de su comunidad, quienes por primera vez salieron a marchar y exigir justicia.

“Yo no quería que en Akil hubiera otro feminicidio, Doly era mi amiga y la asesinó su esposo. Considero que soy una superviviente y me logré salvar de que mi esposo me hiciera lo mismo. En varias ocasiones me colocó un cuchillo en la garganta y dijo que si no lo obedecía ya sabía lo que me iba a pasar”, recordó con tristeza.

En ese evento conoció a Maricruz, quien se trasladó desde el municipio de Kanasín para cubrir la marcha en honor a Doly.

Actualmente, Alicia se dedica a apoyar a otras mujeres que viven violencia. Logró que en casos de emergencia, la Policía municipal de Akil las traslade a la fiscalía de Tekax para buscar ayuda.

Desde que empezó en el activismo, el número de mujeres en el pueblo que denuncian violencia aumentó. En 2021, 16 denunciaron y en lo que va de 2022, otras 16. En 2018 y 2019 nadie fue ante las autoridades y en 2020, apenas tres buscaron ayuda.

La red de Alicia también ayudó a Maricruz. Ella se fue a EEUU con la promesa de que su tío, que está en el país del norte, la ayudaría. Pero no cumplió su palabra y la acosó y hostigó sexualmente, según relató.

“Yo te lo juro que nunca pensé que él me hiciera esto, yo había venido de visita antes y todo muy bien. De hecho, cuando llegué, me trató muy bien los primeros días. Cuando encontré trabajo e hice amigos empezó el acoso de mi tío”, lamentó.

Maricruz no tenía  redes de apoyo para buscar ayuda. Por fortuna, se acordó de Alicia, la contactó, le explicó su situación y aunque estaban a miles de kilómetros de distancia le tendió la mano.

Alicia le escribió a su amiga Ana, que desde hace 17 años vive en San Francisco y le pidió que recibiera a Maricruz en su departamento. Ella le permitió quedarse todo el tiempo que necesitó para establecerse.

Aunque Maricruz no migró a Estados Unidos por la violencia de género vivía en un municipio en el que, a diferencia de Tekax, si hay registros de denuncias. Del 2018 a 2022,  59 mujeres fueron violadas, 57 vivieron abuso sexual y 66 violencia familiar.

La urgencia de Alicia por migrar a Estados Unidos

Alicia está cansada de las constantes amenazas de su exesposo, de trabajar 24 horas, los siete días de la semana, y que el dinero no le alcance. Tampoco recibe la pensión alimenticia para Miguel y vive en constante miedo. Cree que en Estados Unidos encontrará mejores oportunidades.

“En Estados Unidos tengo amigas, tengo algunos familiares y sé que me ayudarían a buscar empleo. Si de todas formas trabajo aquí todo el día, todos los días, lo podría hacer allá”, apuntó.

Está convencida de que Estados Unidos es el mejor país del mundo. En San Francisco, California, tiene familia y amistades. En esa ciudad reside su amiga Ana, quien hace 17 años cruzó la frontera. Constantemente están en contacto, sabe que puede contar con su ayuda.

Desde hace un año planea migrar a Estados Unidos, no quiere pagar un “pollero” ni arriesgarse a cruzar el desierto. Tramitó su pasaporte, pero el padre de su hijo, a pesar de que no le pasa pensión alimenticia, se rehúsa a firmar los papeles para que pueda llevarse al menor consigo.

Desesperada, acudió ante un juez, quien le dijo que podría autorizar la salida del menor. Lleva meses esperando que esto ocurra.

Sonia partió a Estados Unidos para no morir

Sonia es originaria del municipio de Tekax y es amiga de Alicia, quien vive en Akil. Las separan poco más de 10 kilómetros de distancia, pero las une el cariño y el sueño de irse a Estados Unidos para dejar atrás la violencia de género.

Ella partió este viernes, 9 de septiembre de 2022, luego de pagar 350 mil pesos a un “pollero” para cruzar el desierto. Decidió irse para escapar y olvidarse de los golpes e  insultos de su pareja, de hecho, se fue sin decirle, huyó de noche.

La mujer tiene cinco hijos, dos ya se casaron, dos se quedaron con su hermana, y el más pequeño falleció a los ocho años de edad, a consecuencia del cáncer. El plan de Sonia es cambiar su vida para en el futuro reunirse en el cielo con su hijo que murió. Contó que durante años trabajó como “mula” -entregaba droga en otros municipios- para pagar su tratamiento.

De las agresiones que vivió con su pareja narró cómo él la golpeaba y la encerraba. Además, la vigilaba, incluso sus amigas fueron testigos de cómo enviaba a otras personas a seguirla.

Sonia no denunció por temor y porque no confía en las autoridades. Señaló que de todas formas no pasará nada. “Táan in luk’ul uti’al ma’ kíimiken”, dice, que en lengua maya significa: “ Mejor me voy de aquí para no morir”.

La Fiscalía de Tekax confirma que ninguna mujer denunció violencia familiar, violación ni abuso sexual desde 2018 hasta la fecha.

Sonia emprende una travesía por el desierto, para llegar a Estados Unidos, al momento de escribir esta nota.

La visa U

En Estados Unidos, la visa U se otorga a personas migrantes que son víctimas de delitos como violencia doméstica, violación, explotación sexual, detención ilegal, chantaje, agresión sexual, prostitución, fraude en contratación de mano de obra extranjera, por mencionar algunos.

El requisito para obtenerla es denunciar al o los agresores y colaborar con las autoridades para su captura.

La visa se creó tras la aprobación de la Ley de Protección a Víctimas de la Trata de Personas y Violencia (incluyendo la Ley de Protección de Mujeres Inmigrantes Abusadas) en octubre del año 2000.

“En San Francisco las autoridades ofrecieron las visas U a migrantes yucatecos y 2014 fue el pico de las solicitudes”, explica en entrevista el abogado, Angel Basto, quien trabajó por 15 años en el Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya (INDEMAYA) con mujeres y hombres migrantes yucatecos.

Ángel cree que, actualmente, el desplazamiento de las mujeres mayas a ese país se da porque huyen de la violencia que viven en sus municipios. La cuestión del abuso y maltrato a la mujer en Yucatán es una realidad,  aunque nos quieran pintar otra cosa, existe y de manera muy fuerte, muchas mujeres se van para dejar atrás esa vida”, manifiesta.

La Secretaría de Relaciones Exteriores reveló que, entre 2018 y 2021, apoyaron a 18 mujeres migrantes yucatecas que vivieron violencia de género en Estados Unidos. Se trata de los casos de asistencia y protección atendidos por la red consular de México en Estados Unidos.

Todas denunciaron ante autoridades norteamericanas ser víctimas de algún delito y obtuvieron la visa U de no inmigrante.

La falta de información obliga a las y los migrantes yucatecos a vivir en la clandestinidad

La violencia muchas veces no termina al llegar a Estados Unidos. Pero son pocas las mujeres mayas que denuncian ser víctimas de violencia de género en estados como San Francisco. El miedo a ser deportadas las limita.

“Faltan proveedores de salud mental que hablen la lengua maya, es muy limitado las personas que entienden el contexto cultural, social y político de Yucatán. La mayoría de los proveedores de salud asumen que todo es un mismo antecedente etnolingüístico y sociológico”, dijo Alberto Pérez, un yucateco que trabaja en el área de salud mental en San Francisco

En ese sentido, el abogado Basto coincidió en que la desinformación obliga a las y los migrantes yucatecos a vivir en la clandestinidad. El temor a las autoridades norteamericanas los vuelve vulnerables a ser víctimas de delitos que se quedan en la impunidad.

“El 85% de los yucatecos que viven en Estados Unidos viven en clandestinidad porque no tienen documentos y hay ese mito de no ‘digas dónde estoy’. Te puedo asegurar que en el caso del delito de fraude en contratación en mano de obra extranjera, muchos yucatecos fácilmente podrían solicitar la visa U”, puntualizó.

En el 2021, se deportó a 264 personas originarias de Yucatán, de las cuales, 26 eran mujeres. Los datos se encuentran en el informe de repatriación de mexicanas y mexicanos desde Estados Unidos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Se desconoce si alguna era candidata para la visa U.

Producción realizada en el marco de la Sala de Formación y Redacción Puentes de Comunicación III, de Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.