“Se le olvidó que las niñas crecíamos y que podíamos levantar la voz”, expresó Ivana, una de las cinco mujeres que fue víctima de abuso sexual en su infancia y cuyo agresor, un conocido catequista del municipio de Conkal, Felipe P. falleció en marzo. Aunque él falleció, decidieron visibilizar sus historias y protestaron dos veces. No quieren más violencia sexual contra las infancias.
Por Claudia V. Arriaga Durán.
Conkal, Yucatán, 08 de abril de 2024.- “Se le olvidó que las niñas crecíamos y que podíamos levantar la voz”, expresó Ivana, una de las cinco mujeres que fue víctima de abuso sexual en su infancia y cuyo agresor, un conocido catequista del municipio de Conkal, Felipe P. falleció en marzo.
Ivana tiene 38 y estaba sentada en el patio de la casa de su familia cuando empezó a narrar los recuerdos de aquellos abusos sexuales que vivió en la infancia. Es de noche, la sombra de un árbol disfraza un poco su rostro. 28 años después logró hablar del proceso y denunciarlo.
“La familia nos preguntó por qué hasta ahora lo dijimos, pero es algo que no puedes decir fácil, lo callas por años. Y ahora también mi familia se pregunta así misma por qué nos dejó ir a su casa o por qué nos dejó solas, pero al final, no es culpa de nadie, solo de él”, dijo con voz firme mientras sostenía un vaso con agua.
Las memorias de las violencia sexual no salen de la mente fácil. No se olvidan y siempre duelen dijo para sí misma durante la entrevista.
Felipe abusó de la confianza de sus familiares y de su buena imagen. Nadie dudaría de un catequista o de alguien cercano a la iglesia. La primera vez que levantaron la voz fue el 8 de marzo de 2024 y las cuestionadas fueron ellas. Ese día Ivana y sus otras primas improvisaron una protesta.
“Abusó de mí desde los 10 hasta los 14 años. Soy a la que menos mal le fue. Para él fui presa fácil y luego fue por las demás”, mencionó.
“Guardé silencio por años y cuando le conté a mi prima dijo que también le pasó a ella. Cuesta mucho aceptarlo porque por años las dos pensábamos que si no lo hablamos no le pasaba a las demás”, expresó con tristeza.
Felipe llevaba a Ivana a Mérida con el permiso de su familia. La dejaban ir porque era “un paseo”. En un casa que tenía en el fraccionamiento Brisas ocurrió el primer abuso sexual. En otras ocasiones entraba a su casa y ella se despertaba cuando él la tocaba. En alguna ocasión también intentó llevarla a un motel.
“Cuando era un poco más grande me aferraba a mi ropa, pantalón y short para que no me tocara, pero si tocaba encima”, relató.
Ana
Ana tiene 17 años, es la más joven de las denunciantes. Felipe P. la agredió sexualmente de los 8 a 10 años e intentó hacerlo una vez más cuando ella tenía 14. Pasó más de una década para que hable de lo que sucedió. Ahora trabaja en reconstruirse.
“No siento nada hacia él, ni odio. Me desgració la infancia y es algo que todavía lo estoy sanando poco a poco”, comentó sentada en la misma mesa y silla que su prima Ivana.
Ella se enteró un día después que tres de sus primas y su hermana fueron abusadas sexualmente por su tío político, el esposo de su prima “Me sorprendí porque pensé que había sido solo yo”, mencionó con tristeza durante la entrevista.
Felipe falleció días antes de la audiencia en su contra y el 8 de marzo fue la primera ocasión que lo denunciaron públicamente. Improvisaron una protesta y algunas mujeres se sumaron para apoyarlas.
María
En ese mismo patio se encontraba María, tomó una silla y se acercó a la mesa. Lucía un poco nerviosa, pero segura de que quería hablar del abuso sexual del que fue víctima a manos de Felipe.
Los abusos sexuales iniciaron cuando tenía entre los 6 y 7 años. Relató que él esperaba a que su papá, quien trabajaba casi todo el día, se fuera de casa para agredirla. “Como estaba mi hermanito conmigo en la casa, Felipe le daba dinero para que vaya a la tienda y me quedara solo con él”, recordó María.
Decidió denunciar en conjunto con sus primas porque no quería que los delitos de Felipe se quedaran impunes. Entre las sombras del mismo árbol que cubría a sus primas y compartiendo ese mismo espacio reprochó que él tuvo una cómplice: su esposa.
“Ella sabía porque en una ocasión en que él estaba en mi casa abusando de mí, ella llegó, abrió la puerta y lo vio. Solo se dio la media vuelta y dijo Felipe, él salió detrás de ella”, comentó mientras jugaba con sus manos.
Esther
“Recuerdo que tal vez empezó desde los 6 o 7 años o menos. Terminó cuando tuve como 12 años porque yo estuve muy mal y creo que al señor le dio miedo que diga algo, estaba en una edad madura y comprendí que lo que me hacía no estaba bien”, fueron las palabras de Esther, quien al igual que sus primas decidió denunciar.
Muchas veces intentó denunciar lo que ocurrió y pedir ayuda. Se detenía que Felipe era un pilar importante de la comunidad y de la iglesia, era catequista. Siempre pensó que no le iban a creer.
“No hay ninguna duda de que lo hizo y de nuestra palabra, aunque sabemos que también existe la justicia divina”, sentenció.
Denuncias sin justicia
En contra de Felipe P. se interpusieron las denuncias 134/2023, la 105/2023, la 417/2023 y la 133/2023. Tras su muerte, todas fueron desechadas. Aun así, protestaron una vez más para visibilizar las agresiones sexuales cometidas por él.
**La identidad de las denunciantes fue modificada para cuidar de su integridad y privacidad.