Progreso, Yucatán, una ciudad que ha estado siempre muy cerca de la capital, pero lejos de sus reflectores, el puerto donde el silencio fue disfrazado de tranquilidad por mucho tiempo, hasta que las mujeres decidieron romperlo.
Por Darcy Pérez
Hace aproximadamente 3 años, cuando las noticias sobre la lucha feminista venían agarrando impulso, era muy difícil encontrar comentarios positivos entre las mujeres y jóvenes de Progreso, en realidad, que se hablara del tema en redes era casi imposible.
Éramos escazas las voces que se preguntaban o cuestionaban la manera en la que estábamos acostumbradas a vivir, no fue, sino hasta un viernes 23 de agosto de 2019, cuando los cimientos de esta ciudad “tranquila” comenzaron a temblar.
El primer encuentro
2019 fue un año agitado para los feminismos, se consolidaban colectivas, se creaban espacios y en televisión nacional no había noticiero que no hablara del incidente de la brillantina.
Así fue como un acto de rebelión sacudió a las mujeres del país, varios estados habían empezado a lanzar convocatorias para eventos con la temática de la brillantina simbólica, en Mérida no tardó mucho para que la ola de glitter rosado llegara, dejando en las niñas del puerto que comenzaban a conocer sobre el tema, las ganas de asistir y participar.
Los problemas de acceso al transporte, de tiempos o de dinero hacían muy difícil para las chicas interesadas acudir al evento, pero entre ideas y muchas ganas, se creó un evento pequeño, que pretendía ser un espacio para expresarse y al menos, conocer los rostros de aquellas con las que compartíamos un ideal.
Las cosas fueron pequeñas, se creó un evento en Facebook, se invitó a algunas amigas y el viernes a las 6 de la tarde se reunieron aproximadamente 10 chicas en el Parque Principal.
No éramos muchas, pero conocernos, gritar un poco y escucharnos entre todas, avivó la esperanza de que algún día las cosas cambiarían para nosotras.
Y ahí, en ese mismo espacio, conocí a Bettina.
La maestra que lucha
Bettina conoció las bases del movimiento cuando estudiaba en la facultad, animada a hacer las cosas diferente, desde entonces hasta ahora se ha dedicado a cambiar su entorno con acciones, pequeñas para ella, pero grandes para otras.
Cuando llegó a Progreso, aprovechó los espacios en festivales que organizaban ella y su esposo para hacer círculos de sanación o de lectura y esparcir un poco de sus conocimientos, poco a poco trataba de llegar a las jóvenes y niñas de una ciudad, que ella describe como enajenada de la situación en ese entonces.
Al pasar el tiempo se convirtió en maestra de secundaria y maestra de yoga, mediante clases y pláticas ha inspirado a sus alumnas a actuar y tomar acciones políticas.
Podrías preguntarles a las chicas y mujeres que han tenido la oportunidad de conocerla y la mayoría respondería que su lucha está motivada por aquella maestra que, desde las aulas de secundaria, se sienta todos los días esperando aportar con la educación al futuro de las mujeres de nuestro país.
“Para cambiar la historia no hay que pedir permiso” la escuché decir cuando la conocí en aquel evento, al finalizar platicamos sobre nuestros planes y proyectos a futuro, coincidíamos en que había muchas cosas por cambiar en esta ciudad, aunque ambas sabíamos que iba a ser un proceso lento y difícil, estábamos dispuestas a unirnos y desde nuestras trincheras aportar a ese cambio.
En ese mismo lugar conocimos a otras chicas y juntas quedamos en armar un grupo para exponer ideas y poder hacer algunos eventos parecidos a futuro.
Lamentablemente, los tiempos y la llegada de una pandemia mundial frenó muchos de los planes que habíamos planteado, sin embargo, cuando habíamos dado todo por sentado y después de un año de silencio, el 8 de marzo de 2021 se avivó el fuego de lucha y unión de nuevo en todas nosotras.
Melanie, Valeria y la primera marcha del #8M
Entablé conversación con Melanie y Vale por primera vez después de aquella brillantada, ambas conocían a Bettina e interactuaban con frecuencia en el grupo.
Incluso con la diferencia de edades, me sorprendía y me llenaba de alegría saber que su apetito por aprender era grande, siempre tratando se informarse y de defender sus ideales en sus entornos y contextos.
Recuerdo muy bien que, deseando rodearse de espacios seguros y de manifestarse, nos acompañamos en grupo a la marcha del #8M del 2020 en Paseo de Montejo.
Ellas tomaron cartones de sus casas, pinceles, plumones y llevaron carteles extra por si a alguna le faltaba, para así, estar presente incluso si eso solo lo sabíamos nosotras.
Para este año, ambas querían ser partícipes de la manifestación, pero transportarse era demasiado complicado, después de pensarlo un poco y de
dialogarlo mediante comentarios en Facebook, el mismo 8 de marzo crearon un evento para invitar a las mujeres del puerto a manifestarse.
De las 11 de la mañana a las 3 ya habían más de 200 personas hablando del tema. “Estábamos nerviosas y sorprendidas”, comentó Valeria en la llamada que tuvimos para hablar del tema.
La cita era a las 4 de la tarde, en un pequeño parque que está enfrente de la “Capilla de Guadalupe”, la idea era caminar de ahí al Parque Principal, ese día tomé mi cámara y salí de casa dispuesta a estar ahí, aunque sea un momento.
En el trayecto me encontré a Valeria, llevaba carteles extra como lo había hecho el año pasado y se veía contenta, al bajar nos dirigimos juntas al parque mientras esperábamos a las demás.
Cuando llegamos estaban unas seis chicas, pero aproximadamente a las cinco de la tarde, ya habían más de 100.
Entre chicas que habían llevado pañuelos y aguas para regalar, personas que dieron sus carros para detener el tránsito, bocinas, mujeres con sus hijos, mascotas y amigas realizando carteles, la felicidad de Mel y Vale era notoria desde lo lejos.
Aproximadamente a las cinco y media, comenzamos a caminar juntas, al principio en silencio, hasta que la euforia, el ánimo y la sensación de calidez lograron despejar el ambiente y los gritos de las mujeres progreseñas comenzaron a sonar.
Saltando, gritando y cantando, así fue como llegamos a los frentes del Palacio Municipal, en donde se realizó un tendedero de agresiones, para después seguir el paso hasta el Malecón Tradicional y regresar.
Después de la marcha las redes se inundaron de comentarios, fotos y experiencias, había pasado de ser una idea de dos a convertirse en la primera manifestación y el primer espacio para las chicas de la ciudad.
“Nadie lo podía creer”, expresó Vale.
Y es que era verdad, por mucho tiempo pareció que las mujeres del puerto no tenían nada que decir, que lo que pasaba en otros lugares no repercutía aquí, pero ese día, todas y cada una de las asistentes expresaron, incluso con solo su presencia, la inconformidad, el dolor y la molestia.
Lo que lograron ese día Melanie y Valeria, se quedó grabado para siempre en cada una de las que habíamos esperado por algo así en todo este tiempo, de pasar a ser 10 personas conversando en círculo, a lograr hacer una marcha con más de 200 mujeres.
Los feminismos en Progreso existen, las mujeres del puerto también resisten, desde las más pequeñas hasta las más grandes acciones, y estoy segura que las historias de Bettina, Valeria y Mel, no son las únicas.
Sabemos que es un camino largo y que quedan cosas por componer, pero aquí desde el lado más salado de Yucatán, seguiremos intentando avanzar.
Este reportaje fue apoyado por la International Women’s Media Foundation.