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En memoria de Anabell, surge el movimiento feminista en Celestún.

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Por Claudia V. Arriaga Durán

Fotos de Ammi Valencia | Facebook

Leydy, Rashel, Ammi y Laura son cuatro de las mujeres del municipio de Celestún que, en el 2021, tomaron la iniciativa de protestar en contra de la violencia de género. En medio de un contexto, en el que aumentó la violencia familiar debido al confinamiento del Covid-19, decidieron que era el momento de levantar la voz. Se lo debían a Anabell, quien dos años antes fue víctima de feminicidio.

Leydy Santana se sumó al movimiento feminista impulsada por sus propias vivencias. 

“Lo que uno vive y ve. En segundo lugar, la empatía con otras mujeres. Además de lo que he vivido, lo que vivieron mi mamá y abuela, que muchas veces no se dan cuenta que es violencia lo que vivieron”, puntualizó.

Acompaña a mujeres que viven violencia, trata de canalizarlas y explicarles a qué lugares acudir para interponer sus denuncias o buscar apoyo psicológico, si así lo desean.

Los obstáculos de la costa para denunciar la violencia de género.

Celestún es un municipio de la costa de Yucatán, se encuentra a más de 100 kilómetros de distancia de la capital, en auto es aproximadamente un recorrido de una hora y media. Al igual que otros poblados no cuenta con una agencia de la Fiscalía General del Estado (FGE), lo que dificulta la denuncia de los delitos. La más cercana está en Hunucmá, los separan 63 kilómetros.

La falta de accesibilidad para llegar hasta la Fiscalía obstaculiza la denuncia, por tanto, continúa la impunidad de los agresores. A la lista de motivos para protestar, también se le sumó esta. 

En el caso de Ana -como la conocían en Celestún- su feminicida no tuvo castigo. Luego de asesinarla, él se suicidó. En la visita al puerto intentamos platicar con su mamá, nos dijo que todos los días piensa en ella, pero ya no quiere hablar más del tema. En su casa, aún permanecía un altar en su memoria. 

En Celestún todas suman

Rashel Chávez Medina no conoció a Ana, aún así salió a la calle a marchar en su nombre. La movió el coraje, el ansia de justicia y el miedo de que ella o cualquiera pueda ser parte de las aquellas que son asesinadas solo por el hecho de ser mujer. Ese día camino junto a la madre de Ana. 

“Nos juntamos en la entrada de Celestún con pancartas, no todas llevaban una, pero nos pusimos de acuerdo con la vestimenta. Es algo que no se había hecho antes, tuvo impacto positivo y controversial porque las personas no estaban acostumbradas a ver esto, si hubo burlas, sin embargo, se sintió la fuerza y unión. Yo no conocía a Ana, pero se sintió la presencia de ella, el sentimiento, la fuerza de la mamá de Ana que estaba aquí”, explicó.

Rashel es psicóloga y el tiempo que vivió en el puerto trató de aportar su granito de arena. Ofrecía talleres para que las mujeres pudieran identificar la violencia que viven y poder dejarla atrás. Se mudó a la ciudad de Mérida, capital de Yucatán y continúa con esta tarea.

Otra de las integrantes de esta red de mujeres feministas de Celestún es Laura Martín Casanova. Suele involucrarse en la organización de las actividades de la colectiva. Mencionó que hasta el momento no han definido un nombre, pero esto no les impide seguir adelante.

Pedí unirme al grupo de las chicas que tenían las chicas en Whatsapp, hemos hecho actividades como una plática con varias mujeres que participaron para conocer lo que es el feminismo y las violencias sexual, psicológica, acoso y hostigamiento”, comentó. 

Ammi Chávez Medina recordó que en aquella marcha del 8M aportó lo que estaba en sus manos. Se dedica al diseño gráfico y a la fotografía, así que realizó el cartel para invitar a más mujeres a sumarse. 

“El 8 de marzo del 2020, cuando realizamos la primera marcha, apoyé en la parte de publicidad, soy diseñadora y me gusta la fotografía. Salí y dije que esta marcha tenía que sonar y sonar bien. Tomé algunas fotografías y las envié a un grupo de difusión. Me dio gusto que la respuesta fuera positiva, a muchas les inspira verse marchar”, dijo emocionada.

Este reportaje fue apoyado por la International Women’s Media Foundation.