Por Sofía Vital.
Cuando era niña, mi sueño era ir a la Luna. Desde entonces, comencé a investigar qué tenía que hacer y estudiar para lograrlo. A los 15 años ya sabía lo que quería ser y dónde tenía que ir para alcanzar mis metas. Sin embargo, cuando tenía todo listo para avanzar hacia mis sueños, me topé con lo que muchas mujeres enfrentan: una visión androcentrista.
Mi padre me dijo que no podía estudiar lo que quería porque la universidad estaba muy lejos de casa y, como mujer, estaría expuesta a muchos riesgos. Así que tuve que elegir una carrera que, según él, era más adecuada para una mujer. Me preguntaba por qué un hombre podía avanzar sin preocuparse por prejuicios o inseguridades. A pesar de ello, decidí no ser una mujer abnegada. Me atreví a seguir adelante, aunque el miedo y la voz en mi mente de “Eres mujer, no puedes hacer esto” seguían presentes.
Han sido mujeres a lo largo de la historia quienes han abierto caminos para cambiar este presente. Cuando me enteré de que había dos mujeres en disputa por la presidencia mexicana, no pensé en colores partidistas. Solo sentí una emoción: “Caray, una mujer presidenta. Entonces, sí pude haber ido a la Luna”. Eran dos mujeres con historias diferentes; la diferencia era el color, pero ambas habían enfrentado las montañas y las habían superado.
Las elecciones fueron las más emocionantes y motivadoras de mi vida. Solo quería saber qué pensaban las mexicanas. Claudia Sheinbaum tomó posesión como presidenta el primero de octubre, una fecha importante para mí porque es mi cumpleaños, y ahora también es histórica al ser la primera mujer presidenta de México. Verla en el Zócalo me erizó la piel y me llenó de euforia: “Sí se puede, sí se puede. Ahora podremos todas trabajar en equipo, cambiar y hacer conciencia para todos”.
Aunque ya han pasado más de tres meses de su gobierno y aún no se ven cambios significativos, es evidente que hay mujeres que quieren ser escuchadas y conocer a quienes han cambiado la historia de México. La asunción de Claudia Sheinbaum marca un hito en la lucha por la igualdad de género y motiva a futuras generaciones a participar en la vida pública, fomentando una sociedad más inclusiva y equitativa.
Dando una vuelta por el centro de la ciudad de Mérida, entrevisté a mujeres de diferentes edades y profesiones para conocer sus opiniones y si su perspectiva había cambiado. Estas Las voces son cruciales tras la elección de la primera mujer presidenta de México.
Primero, conversé con Lucía Chan Canul, una artesana que vende juguetes tradicionales de madera junto a su familia. “Nunca imaginé ver a una mujer como presidenta del país. Me parece bien porque habrá más oportunidades para nosotras; de mujer a mujer nos entendemos más”. Lucía, una mujer adulta mayor que ha luchado durante años para sacar adelante a su familia, espera que los artesanos reciban más apoyo y que este hecho motive a las mujeres y niñas. “Espero que nos sigan apoyando, que llegue más turismo y nos den más publicidad a los artesanos. También necesitamos protección contra la competencia desleal de productos chinos”, expresó.
Luego, encontré a Martha Pech May, una mujer mayahablante mayor que vende verduras en el mercado de Lucas de Gálvez. Ella nunca pensó que una mujer llegaría a la presidencia. “El país merece una presidenta porque los hombres solo entran para robar y no hacen lo que deben. En cambio, esta presidenta sí está haciendo su trabajo. Ojalá Dios quiera que la dejen trabajar”. Martha enfatizó que espera libertad para trabajar y mejores oportunidades para su familia.
Patricia Uribe, una microemprendedora de Mérida, compartió: “Es bonito que haya una mujer presidenta. Ahora creo que habrá más motivación para mujeres en situaciones vulnerables. Este hecho ha inspirado a pequeñas generaciones porque demuestra que las mujeres tenemos la misma capacidad que los hombres”. Patricia afirmó que la presidenta está preparada para enfrentar cualquier obstáculo.
Por su parte, Melinda Rivero, una comerciante de artículos de temporada, reflexiona: “Por ser mujer, será más comprensiva, pero también enfrentará más trabas. Nunca imaginé ver a una mujer en la política; creo que será emprendedora y con ideas innovadoras”.
En el recorrido también había jóvenes que destacaron la importancia de este hecho histórico. Aracely Cauich, de 20 años, dijo: “Espero que defienda la lucha contra el feminicidio. Ver a una mujer en la presidencia me da esperanza de que las cosas están cambiando, especialmente para nosotras las jóvenes. Debemos demostrar que no somos el sexo débil”. Abigail Pech, una joven con discapacidad visual, compartió: “Me da gusto que se esté visualizando a las mujeres para este tipo de cargos. Es un motivante para esforzarnos y lograr nuestros sueños. Pero también espero que haya más inclusión para personas con discapacidad. En Yucatán estamos olvidados; necesitamos trabajos fijos para salir adelante”.
Por último, encontré a Benanzir Amaya, una profesionista de 34 años, quien expresó sentimientos encontrados: “Me alegra que tengamos una presidenta, pero siento que su mandato podría estar influenciado por un hombre detrás de ella. Claudia enfrentará juicios constantes y deberá demostrar que su gobierno realmente promueve la igualdad de género”. También espera que se abordan temas como la violencia de género y la igualdad salarial.
Finalmente, las niñas también compartieron su perspectiva. Gabriela, de 9 años, dijo: “No quiero ser presidenta, pero ahora las niñas podrán cumplir sus sueños”. Mientras tanto, Sofía, quien sueña con ser deportista, mencionó: “Siempre había hombres como presidentes. Ahora que hay una mujer, me hace feliz y creo que es un ejemplo para las niñas. Sí podemos alcanzar nuestras metas”.
La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no solo es un hecho histórico, sino también un recordatorio de que los sueños pueden hacerse realidad, incluso en una sociedad que aún enfrenta desigualdades. Este hito ha sembrado esperanza y motivación en mujeres de todas las edades, inspirándose a seguir luchando por un futuro más equitativo y justo.
Sin embargo, no debemos olvidar que la verdadera transformación requiere el esfuerzo de todos. Las mujeres han demostrado su capacidad para liderar, pero el cambio profundo exige el compromiso de una sociedad completa, trabajando por eliminar las barreras de género, construir oportunidades y garantizar un país donde todas las personas, sin importar su género, puedan soñar en grande y convertir esos sueños en realidad. Este es solo el comienzo de una nueva historia que debemos escribir juntas y juntos, reflexiono mientras pienso qué hubiera sido mi si hubiera llegado a la Luna.