Actualmente desempleado, Miguel llegó a Miércoles Ciudadano con una esperanza: pedir apoyo para obtener no solo un aparato auditivo, sino también unos lentes que le permitan mejorar su calidad de vida. Logró conseguir la ayuda, pero también puso sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿cuántas voces como la de Miguel han sido ignoradas en el pasado?
Kiko Vc.
En un esfuerzo por recuperar la cercanía entre el órgano de gobierno municipal y la ciudadanía, el ayuntamiento de Mérida retomó el Miércoles ciudadano. Bajo la organización de Cecilia Patrón y su equipo, el evento buscó abrir un espacio para que las personas, especialmente aquellas que han sido marginadas o ignoradas, pudieran plantear sus necesidades y ser escuchadas.
Entre los asistentes, la historia de Miguel Ángel Valdéz Amin, de 50 años, resaltó con particular fuerza. Miguel, quien vive con su madre tras el fallecimiento de su padre, enfrenta una situación económica precaria que le impide adquirir un aparato auditivo, un dispositivo que transformaría su vida cotidiana.
Actualmente desempleado, Miguel llegó al ayuntamiento con una esperanza: pedir apoyo para obtener no solo un aparato auditivo, sino también unos lentes que le permitan mejorar su calidad de vida.
Lo que hizo este encuentro aún más significativo fue la presencia de personal capacitado para atender a personas con discapacidad auditiva.
Aria Medina, intérprete con seis años de experiencia en el departamento de atención a personas discapacitadas, fue la encargada de facilitar la comunicación entre Miguel y las autoridades. Gracias a su labor, Miguel no solo pudo expresar sus necesidades, sino que también se sintió verdaderamente tomado en cuenta por primera vez en mucho tiempo.
Al final de la jornada, Miguel se fue con una sonrisa de satisfacción. No solo logró que entendieran sus necesidades, sino que también estableció una conexión humana con Aria, quien enseño a la reportera a decir “muchas gracias” en lengua de señas. Este pequeño gesto simbolizó algo mucho más grande: la importancia de la inclusión y la empatía en un sistema que, a menudo, parece diseñado para dejar atrás a quienes más lo necesitan.
Este primer de miércoles ciudadano, no solo revivió la tradición de acercar el gobierno a la gente, sino que también puso sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿cuántas voces como la de Miguel han sido ignoradas en el pasado? El evento, aunque un paso positivo, deja claro que aún hay mucho por hacer para garantizar que todos, sin excepción, tengan un espacio para ser escuchados.
Mérida, tiene ante sí el desafío de demostrar que la prosperidad no es solo para unos cuantos, sino para todos sus habitantes. Los Miércoles Ciudadanos son un comienzo, pero el verdadero éxito se medirá en la capacidad del gobierno para convertir las palabras en acciones concretas y duraderas. Historias como la de Miguel son un recordatorio de que, detrás de cada solicitud, hay una vida que espera ser transformada.