Eugenia tenía 16 años, aún era menor de edad, la primera vez que el maestro de danza Javier. C.S, -de 35 años- intentó enamorarla . Dos años después, a sus 18 años, la convenció para iniciar una relación sentimental. Empezaron a vivir juntos y con esto la violencia física, verbal, psicológica y el gaslighting contra ella. Actualmente, él forma parte de la comparsa oficial del Ayuntamiento de Mérida.
Por Libres.
Mérida, Yucatán, 19 de octubre de 2022.- Eugenia tenía 16 años, aún era menor de edad, la primera vez que el maestro de danza Javier. C.S, -de 35 años- intentó enamorarla . Dos años después, a sus 18 años, la convenció para iniciar una relación sentimental. Empezaron a vivir juntos y con esto la violencia física, verbal, psicológica y el gaslighting contra ella.
Hoy, cuatro años después, con casi 20 años, comprendió que él la eligió como su víctima. Planeó las cosas. Además, Javier es conocido por siempre entablar relaciones sentimentales con alumnas más jóvenes.
En aquella ocasión, la madre de Eugenia se dio cuenta y acudió a la academia de danza para manifestar su inconformidad con la directora y reportó al maestro, ya que le doblaba la edad a su hija.
“Me hacía plática con mensajes que no eran propios para una alumna fuera de clases, como “Hola princesa ¿Cómo estás?”, “Te extrañé” . Yo no me di cuenta que empezó a enamorarme, convivía mucho tiempo con él porque era mi maestro. Si el ensayo era a las 10 , me citaba a las 9, yo llegaba una hora antes y estábamos solos”, relató la joven.
Eugenia se hizo novia de él, a los 18 años, luego de que la directora les pidiera a ambos coreografiar un baile. A partir de entonces comenzaron las primeras agresiones. Además, le pidió mantener en secreto las cosas, no quería que de nuevo su madre intervenga.
Aprovechaba cada ocasión para decirle que abandonara su hogar. Poco a poco, Javier separó a Eugenia de sus amistades y familia.
“Yo no me daba cuenta, estaba muy cegada y enamorada, él se ponía como que siempre tenía la razón. Se enojaba mucho hasta porque hablaba con otras personas o me terminaba si decía algo que no le parecía. Me decía que yo era una niña y yo siempre le pedía perdón. Llegó un punto que yo cuidaba mis palabras para que no se moleste. Era celoso y posesivo”, recordó.
Él siempre demostró comportamientos agresivos desde la academia de danza. Le gritaba a las y los alumnos si él se equivocaba, pateaba el mobiliario y en alguna ocasión rompió un espejo.
Cabe mencionar que Javier fue acusado de violación y violencia de género en un MeeToo.
La manipulación
En una segunda ocasión, la madre de Eugenia se enteró de la relación sentimental que tenía con Javier. De nuevo acudió a hablar con la directora de la academia. Él dejó de trabajar en el lugar, pero continuaron viéndose a escondidas.
En diciembre del 2020, tras ser confrontado por la familia de la joven, Javier acudió a casa de Eugenia e intentó llevársela consigo, como no aceptó irse, la terminó. No pasó mucho tiempo y la volvió a buscar.
“Cuando se enojaba desaparecía un día, una semana o un mes, el tiempo que él decidiera y yo siempre rogándole. Siempre me decía que pensaba que era diferente, pero que seguía siendo una niña”, comentó.
La joven señaló que al ser su primer novio y la diferencia de edad, -él se la duplicaba-, empezó a normalizar la violencia psicológica y verbal. En reiteradas ocasiones, la coaccionó para pasar la noche en su casa, se negaba a dejarla ir. Amenazaba con terminarla.
“Emocional y físicamente estaba muy desgastada. Me decía que era mi obligación ir a verlo. Si era de noche me decía que cómo me iba a ir y dejarlo solo, que ya estaba ahí y que si me iba terminaríamos”, apuntó.
Durante el tiempo que Javier y Eugenia vivieron juntos no había una relación equitativa. La joven asumió todo el trabajo del hogar , tampoco tenía un espacio propio, ni en el closet que compartían para guardar su ropa. Todos los días ejercía violencia verbal y psicológica.
La violencia física
La primera vez que Javier golpeó a Eugenia fue tras una reunión en casa de un vecino. Él se encontraba alcoholizado y se enojó porque lo contradijo delante de sus amigos. Desde que se retiraron del lugar iniciaron las agresiones.
La golpeó en la espalda mientras se dirigían juntos de regreso a su casa. La joven intentó regresar para pedir ayuda y él la amenazó. “Le pedía que parara ,que no siguiera, me quede hecha bolita y decía destápate y me seguía golpeando”, recordó.
Al día siguiente, le pidió perdón y ella pensó que no volvería a ocurrir. Los golpes tuvieron como consecuencia un moretón en el abdomen y un labio roto.
No pasó mucho tiempo y Javier la volvió a golpear. Se molestó con ella porque fue a visitar a su abuelita y demás familia. No dejaba de enviarle mensajes para reclamarle y la bloqueó del celular. Cuando Eugenia llegó a casa él ya no estaba, lo fue a buscar a casa de un vecino y ahí la violentó de nuevo.
“Pasamos al cuarto del amigo y me reclamó que lo engañe , que soy una puta y pues yo me ponía a llorar. Recuerdo que él me cacheteó en casa de esa persona. No me dejó marca porque fue pura cachetada”, contó.
Otra ocasión más, pasó el 15 de septiembre, cuando le comentó que quería ir a una reunión con sus amigas. No solo no permitió que ella saliera de casa, también la golpeó.
“Me respondió que no podía ir porque seguro era para putear. Esa vez él me empujaba y yo le respondí igual. Estábamos en la cocina y rompí por accidente el juguete de su hijo, eso lo enfureció empezó a golpearme y terminé tirada en el piso”, dijo con tristeza.
La última agresión. Eugenia, logró regresar con su familia.
En 2021, la pareja salió de paseo con el hijo de Javier y de regreso, él se fue a casa de un amigo, pero antes le pidió a Eugenia que comprará boletos para ir al cine. Alcoholizado y de vuelta en casa, la joven bromeó con que él le debía un favor por limpiar su casa. Se salió de sus cabales, empezó a gritarle, aporrear las cosas y reclamarle.
Aprovechó un momento que la joven se recostó contra la pared para golpearla.
“Me quede recostada contra la pared, me preguntó qué lloraba y me aporreo el peluche en la cara, y me dijo que no me queje, que era un peluche, que eso no duele y que esto sí y me metió un puñetazo”, narró.
Aun así, Eugenia hizo un esfuerzo por calmar las cosas, se alistó y le pidió que vayan al cine como habían acordado. Él no accedió y ella decidió ir sola.
“Estaba en la esquina y me reclamó que me lleve las llaves, que no me servirían de nada , que no podría volver a entrar. Regresé de inmediato, no me abría la puerta, no me contestaba el teléfono y ni modo que pida permiso al vecino para entrar desde su casa a mi casa”, especificó.
La dejó afuera, como en otras ocasiones, pero esa vez, decidió que sería la última. Pidió ayuda a una de las hermanas de Javier, la fue a ver y la alentó para dejarlo. Se comunicó con su madre, quien la acompañó a denunciarlo a la Fiscalía General del Estado (FGE) de Yucatán.
A la madrugada del día siguiente, Eugenia recuperó sus cosas con ayuda de policías de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), ya que tenía miedo de que la agredieran de nuevo.
“Mi mamá me apoyó, los policías estaban grabando por si algo pasaba, se puso agresivo con los policías, amenazó con golpear a mi papá”, platicó con asombro.
La joven espera que su expareja sea vinculado a proceso por la violencia que ejerció. Teme que aborde a otras jóvenes, que como a ella y exparejas les dobla la edad y se repita la historia. Actualmente, sigue trabajando en academias de baile, incluso es parte de la comparsa de carnaval del Ayuntamiento de Mérida.
**El nombre de la denunciante y otros datos fueron modificados debido a que existe un proceso legal en curso.