Fotografia y texto por Sofía Vital.
Mérida, Yucatán.- La historia de la Fundación Hazda no comenzó con un plan estructurado, ni con grandes donaciones. Inició, como muchas cosas genuinas, con un acto de amor puro y la inocente ambición de una niña: montar una guardería para leones, jirafas y venaditos. Martha Samantha Novelo González, fundadora de Hazda, rememora con ternura ese momento crucial de su infancia. Su padre, con una pregunta simple pero profunda —»¿Qué harían si les traen un león y un venado? Se pueden lastimar.»— sembró en ella la semilla de la responsabilidad. La ayuda a los animales, comprendió, no era solo una cuestión de buena voluntad, sino de tener las condiciones adecuadas para garantizar su seguridad y bienestar.
La idea de la fundación se cimentó de manera inesperada a finales de 2019, en un patio de Mérida, cuando Martha se encontró con un gato callejero. Lo que creía ser un solo felino, en realidad era una manada de casi una docena de gatos ferales, asustadizos y salvajes, que aparecían en la noche para alimentarse.
Decidida a ayudarlos, ella y su hermana pasaron noches enteras, con transportadoras y atún, tratando de atraparlos para esterilizarlos y vacunarlos. El inicio de la pandemia de COVID-19 aceleró su misión, ya que temían que las clínicas veterinarias cerraran por completo. Lograron atrapar a 12 de ellos, pero con las cirugías pospuestas y las restricciones de la pandemia, se encontraron con un problema inesperado: no podían devolver a los gatos a la calle. Así, en un auto lleno de transportadoras, se mudaron a Chetumal, llevándose consigo a su ruidosa y asustada familia felina.

En Chetumal, la necesidad de un espacio adecuado para estos gatos asustadizos dio vida al “gatonato,” un santuario tipo aviario. Este lugar, transparente y techado, permitía a los felinos sentirse en la naturaleza mientras estaban completamente a salvo.
“El gatonato se vuelve la idea de que es como un tipo de horfanato, pero para gatitos. Y lo pusimos en la parte de atrás del patio porque también estos gatos son gatos ferales, lo cual quiere decir que cuando veían a la gente se espantaban muchísimo, se daban a correr y si hay algo real con los gatos es que ellos se pueden morir del miedo y hasta de un infarto”
La visibilidad de su proyecto en redes sociales tuvo un efecto secundario: la gente comenzó a abandonar animales a su puerta. La manada de 15 gatos iniciales se multiplicó a 60 en un año, llegando a casi 80 a finales de 2021. La situación se volvió abrumadora, y Martha reconoce que tocó fondo. La depresión y la tristeza de no poder ayudar a todos los casos que le llegaban la afectaron profundamente. «Te duele,» admite, «porque no puedes ayudarlos a todos.»
“No, esto no está bien, sabíamos que no estaba bien. Y te crea una depresión horrible, a mí y a mi hermana, mi hermana justamente por eso se retira de la fundación porque te crea una depresión terrible, ver todos los casos que llegan al diá a diá, Por ejemplo llegaban 50 casos y solo una donación y ninguna adopción; eso te crea una depresión porque sabes que no puedes ayudarlos por completo”.
Afortunadamente, la fundación aprendió y evolucionó. Con el proyecto «gatitos viajeros,» crearon una red de hogares temporales en Mérida y Campeche, permitiendo que más animales sean adoptados. La Fundación Hazda no solo rescata gatos, sino también perros, con una especial predilección por los casos especiales: aquellos con discapacidades, enfermedades o que son de razas estigmatizadas como los pitbulls.
La filosofía de la fundación es clara: la calidad de vida es lo primero. Martha enfatiza que es mejor tener pocos animales bien cuidados que un centenar en condiciones insalubres. La acumulación, tan común en algunos albergues, es una forma de maltrato. «Esto no parece un albergue,» le han dicho los veterinarios sobre sus animales, «están en su peso ideal, son sociables y les encanta la gente.»

A pesar de los desafíos y las críticas de quienes exigen que la fundación se haga cargo de cada animal abandonado, Martha ha aprendido a decir que no. No por falta de empatía, sino por la firme convicción de que solo se puede ayudar eficazmente si se mantienen los recursos y la salud mental del equipo.
“Mi meta nunca fue tener tantos animales que no pudiera darle de comer bien a los que tengo, ¿no?; lo más importante para nosotros fue darles calidad de vida. Pero decir no me costó muchísimo, al principio de verdad me enfermé de depresión, hubo momentos en que yo no podía entrar de la cama de lo mal que me encontraba al pensar en lo que te decía la gente:” agárralo que va a morir.» Ahora, están desarrollando kits de rescate para animar a la gente a involucrarse y educar a la comunidad.
«Es mejor enseñar a pescar que dar el pescado; son kits que pueden contener un desparasitante, anti pulgas, croquetas, lo que se necesita cuando uno rescata a un perrito o gatito, sobre todo cuando son unos bebes. Nuestra idea es enseñar a la gente como hacerlo, al final como te dicen: es mejor que la gente aprenda y se involucre a que se quieran pasar la bolita nada más”.
La empatía, una materia pendiente
Martha Novelo tiene una visión clara: el problema del maltrato animal no se resuelve solo con refugios y rescates, sino con la educación. En un reciente Congreso de la Unión, donde se discutía la nueva ley de protección animal, se enfrentó a defensores de la tauromaquia y otras prácticas. La discusión, dice, se centró en si ciertas actividades afectaban a los niños. Para ella, la respuesta es simple: la educación en casa es fundamental.
«Un niño que tiene empatía con los animales desde pequeño va moviéndose como un ser humano que va a tener empatía hacia cualquier ser, hacia cualquier causa,» afirma. Esta creencia la ha llevado a implementar un programa en la fundación llamado «Cuidador por un día», donde los niños aprenden a bañar a un cachorro, recoger sus heces y entender que un animal no es un simple juguete, sino una responsabilidad. La necesidad de incluir una materia sobre el cuidado animal en el currículo escolar también es importante, similar a lo que solían ser las clases de cívica y ética. Con programas piloto en escuelas primarias, ha visto el impacto directo en los niños, quienes regresan a casa con nuevas ideas sobre cómo cuidar a sus mascotas, demostrando que son «esponjas» listas para absorber valores de respeto y empatía.

El futuro de la fundación: Reestructurar para crecer
Actualmente, la Fundación Hazda enfrenta un momento crítico. La prioridad inmediata es saldar las deudas veterinarias que se acumularon debido a la atención de casos especiales, como el husky llamado Apa, que ha tenido múltiples cirugías. Si no se logra la meta de recaudación, la fundación podría cerrar temporalmente sus puertas a nuevos rescates para enfocarse en los animales que ya tienen y reestructurar sus operaciones.
«Estamos buscando la forma de cómo vamos a seguir haciendo todo esto,» dice Martha, mostrando una madurez y un realismo raros en el mundo del rescate animal. Su compromiso es inquebrantable, especialmente con los gatos ferales originales del «gatonato» y con perros como Apa, con quienes ya ha establecido un compromiso de por vida.
La esperanza, sin embargo, se mantiene viva. La fundación está explorando nuevos proyectos, como la creación de kits de rescate para empoderar a la gente a ayudar por su cuenta. Además, la red de apoyo se extiende por toda la península de Yucatán.

¿Cómo ayudar a Fundación Hazda?
Para aquellos que deseen apoyar, Marta aclara que hay muchas formas de hacerlo, sin importar dónde se encuentren:
Donaciones: Pueden ser de croquetas, medicamentos, o contribuciones monetarias a través de PayPal o cuentas bancarias. El teléfono de la fundación es 999 746 6137 y sus redes sociales @fundacionhaza. Donaciones a la cuenta BBVA 4152 3141 5429 8874. Concepto Donacion Hazda, Martha Novelo.
Difusión: Compartir las historias y los animales disponibles para adopción en redes sociales. Hazda también apoya a la comunidad asesorando en caso de rescate.
Organizar colectas: En Mérida, la guardería Chitoland en Chichi Suárez, reciben donaciones. Hazda apoya a comedor Zarigueya con croquetas para los perritos que viven ahí. También se puede contactar al teléfono de Hazda para información.
El mensaje es claro: «Si hay gente que quiera ayudar porque quieren hacer esto y quieren aprender de ello, mándenos un mensaje. Siempre estamos disponibles para enseñarle a la gente algo.» Su misión es empoderar a la comunidad para que la responsabilidad del rescate sea de todos, no solo de unos pocos. Porque al final, como ella misma ha aprendido en su camino, uno debe cuidar de sí mismo para poder cuidar de los demás. La ayuda no debe ser un sacrificio, sino un crecimiento mutuo.



