Texto y fotografías por Sofía Vital.
Detrás de cada cifra hay una historia, un cuerpo que no vuelve, una familia que aprende a vivir con la ausencia y una espera que parece no tener final. En Yucatán, donde las cifras oficiales suelen diluir la magnitud del dolor, los colectivos y familiares insisten en recordar que nadie desaparece del todo mientras su nombre siga siendo pronunciado.
Proyectos Libres, en colaboración con Kurado 3D Print, presentó una intervención artística y social que busca abrir un nuevo camino en este esfuerzo colectivo por localizar a quienes nos faltan: una forma distinta de nombrar, mirar y reconocer a quienes no están. El proyecto consiste en la creación de figuras en resina, cada una hecha a mano, cada una concebida como una representación etérea del alma de una persona desaparecida. No son simples objetos; son presencias que irrumpen en el espacio público para recordarnos que la ausencia también ocupa lugar.
Las piezas —ligeras, transparentes y delicadas— cumplen el papel de fichas de búsqueda vivas. En su interior llevan un tag NFC (un pequeño dispositivo inalámbrico, similar a los que se usan en tarjetas de transporte o sistemas de pago), un pequeño corazón digital que permite que cualquier persona, al acercar su celular, sea redirigida a la ficha oficial de búsqueda de esa persona. La tecnología, en este proyecto, no es un adorno ni un fin en sí mismo: es el puente que conecta al ciudadano de a pie con una historia real, un nombre concreto y la urgencia de encontrarlo.
Detrás de la iniciativa están Luis Suárez y Claudia Arriaga, quienes han dedicado un gran tiempo a moldear, documentar, gestionar materiales y coordinar a familias que, aun desde el dolor, encuentran fuerza para participar. No se trata de un proyecto fácil: cada figura requiere tiempo, recursos y sobre todo sensibilidad para representar a alguien cuya ausencia ha marcado a toda una comunidad.

Pero la dificultad no ha detenido el impulso. Las figuras serán llevadas a escuelas, plazas y espacios públicos donde, más que adornos, funcionarán como recordatorios inevitables. La intención es que estas piezas se vuelvan una herramienta poderosa para la búsqueda, pero también para la memoria colectiva. Que quienes las vean no pasen de largo. Que se detengan. Que pregunten. Que escaneen. Que compartan. Que entiendan que, en Yucatán, también se busca.
La tecnología, en este contexto, se convierte en una aliada. Saber usarla, como lo demuestra este proyecto, puede marcar la diferencia entre la indiferencia y la acción. Por eso es fundamental impulsar que incluso las comunidades más alejadas tengan acceso a herramientas digitales; no como un lujo, sino como una necesidad. La tecnología, lejos de ser un arma en contra, puede transformarse en un recurso eficaz para acercar información, activar redes de apoyo y mantener vivas las historias de quienes aún no regresan. En manos de la comunidad, deja de ser solo un dispositivo y se convierte en un puente: un recordatorio de que la solidaridad también puede ser tecnológica.
Porque cada figura es, al final, un acto de amor y resistencia. Una manera de decir: aquí seguimos. Aquí los esperamos. Aquí los seguimos buscando.



