Redacción y fotografias por Sofía Vital
El Sábado 6 de Diciembre, llegué un poco antes de las 8 de la mañana a una cita muy especial; Enrique ya estaba al lado de tres mamás buscadoras esperando en la Catedral. Llevaban una caja con un arbolito y bolsas con esferas elaboradas con papel y CD reciclados, que contenían fotos y nombres de familiares, amigos y de los olvidados. Toda esa creatividad llevaba algo importante: la necesidad de no olvidar que siguen buscando, y de hacerlo por amor. Porque cada esfera representaba a alguien que no ha vuelto a casa.
Frente a la Plaza Grande, adornada con decoraciones navideñas, se empezó a armar un arbolito de Navidad que no celebraba, sino que recordaba. Entre varias asociaciones, entre manos cansadas y miradas que llevan años midiendo la ausencia, fueron colgando los rostros de quienes siguen desaparecidos.

Red Rahamim, Madres Buscadoras y, con apoyo de la CODHEY, realizaron esta actividad simbólica. En estas fechas, la falta del ser querido que no está con nosotros se siente más honda. Mientras colocaban una esfera en cada rama del arbolito artificial, observé la foto de una pequeña y recordé cuando mi madre extravió una vez a mi hermana. Lo que más recuerdo es el llanto, pero también la furia con la que sostenía su nerviosismo para buscarla. Rodeó todo el tianguis donde se había extraviado hasta encontrarla jugando con dos mujeres que atendían una tortillería: “Aquí estuvo todo el tiempo, le dijimos que esperara hasta que viniera su mamá, porque sabíamos que pasaría por aquí”. En ese tiempo, creo que las personas eran más sinceras y cooperativas; ahora nadie dice nada y termina olvidando.
Después de terminar de recordar, minutos más tarde, llegaron autoridades y acompañantes para hacer una inauguración simbólica del arbolito. Tristemente, el arbolito no podía quedarse en la plaza, aunque en lo personal debió quedarse un día aunque sea.
Entre los acompañantes se encontraba el padre Raúl Lugo, asesor espiritual del grupo de familias buscadoras de Yucatán; el padre Eugenio Casas; Wilbert Pacheco Campos, visitador general de la CODHEY; Minerva Benítez Castillo, coordinadora de programas de capacitación de la CODHEY, y representantes legislativos. Saludaron y agradecieron la presencia, pero sobre todo se unieron al motivo central de la mañana: recordar que en México miles salen de casa sin regresar, y que la búsqueda no se detiene.

El padre Raúl tomó la palabra. No alzó la voz; no hacía falta. Dijo que detrás de cada nombre hay una historia, una familia, un trabajo, amistades, una vida completa que alguien está esperando. Que aunque lo que vemos es una lista, un nombre escrito con tinta, detrás late una persona con la que todavía se sueña. Y que la exigencia es clara: que las autoridades hagan lo que deben; que este país deje de normalizar la desaparición.
Un arbolito para no olvidar. Un arbolito para tenerlos presentes, aunque no sepamos dónde están. Empezó a acercarse gente a preguntar de qué trataba. Cuando les explicaban, los rostros cambiaban; algunos decidieron quedarse un poco más para escuchar y esperar la inauguración simbólica.
Algo llamaba también la atención, pequeños figurines transparentes. Más allá de lo simbólico, estos muñecos también buscan. Estas figuras fueron elaboradaso por Kurado 3D print en colaboración con Proyectos Libres; son algo más que figurines transparentes: son una herramienta. Cada uno lleva un chip NFC y basta acercarlo al celular para que, en segundos, aparezca en pantalla la ficha de búsqueda. Nombre, fotografía, edad, la última vez que alguien los vio.

Información sin rodeos. Sin tener que entrar a enlaces oficiales ni perderse entre páginas lentas.
En un país donde el tiempo pesa y la búsqueda depende, muchas veces, de que un dato llegue rápido a la persona correcta, estos muñecos hacen más corto el camino. Le dan acceso inmediato a quien sea, a quien los toque por curiosidad, por empatía, por accidente.
Son pequeños, casi etéreos, pero actúan como un recordatorio insistente: aquí falta alguien. Aquí alguien espera volver. Diez figuras que, al final, son diez voces que no se apagan. Y que ahora, además de acompañar, ayudan a buscar.
Entre los espectadores había un chico que se acercó a curiosear el árbol. Por un momento se quedó callado y exclamó: “Sé cómo se sienten”.

Me acerqué a él y le pregunté si tenía algún familiar desaparecido. El chico respondió: “Sí, pero la familia se cansó de buscar y decidieron hace un tiempo dejar de esperar”.
Me contó que no denunciaron porque en un inicio creyeron que se había fugado, pero con el tiempo cambiaron de opinión. “Cuando fuimos a poner la denuncia, mis padres vieron un montón de fotos de las personas que estaban buscando. Se desanimaron porque vieron que todos ellos aún no aparecían, entonces obviamente él probablemente tampoco”.
No quiso darme una entrevista, no le vio sentido. “No estoy preparado, aún no… porque yo sí creo que regresará”.
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas tiene 386,095 personas registradas como desaparecidas, no localizadas y localizadas. De ellas, 133,451 son personas desaparecidas y no localizadas, y 252,644 han sido localizadas. Entre las personas localizadas, 20,601 fueron encontradas sin vida y 232,043 con vida.
Enrique Puc Rosado, coordinador de Red Rahamim, me comento que hay dos personas registradas como desaparecidas por condición de trata de personas, pero que desgraciadamente hay muchas más que no están registradas porque no se denuncia. Hay razones profundas y muy crudas por las que muchas personas no denuncian la desaparición de un familiar, amigo o pareja: miedo, desconfianza y agotamiento social.
El arbolito, junto con las mantas bordadas a mano con los nombres de los desaparecidos, fue trasladado al Parque de la Madre, en el Centro Histórico. Ahí lo colocaron y se quedaron un momento más.
Pero antes de mover el árbol de la memoria, como un ritual, el padre Raúl realizó la lectura de los nombres de las personas desaparecidas:
- Rodolfo Ramirez Castillo.
- Julio César Montalvo Piñera.
- José Luis Uitz.
- Raúl Gabriel Hernández Panty.
- Fátima Tec Pech.
- Celia María del Socorro Escamilla Ruiz.
- Jorge Carrasco Hernández.
- Hiromi Ruiz Ruiz.
- Héctor de Jesús Huesca Gutiérrez. (localizado).
- Magdiel Adolfo Reyes Canul.
- Carlos Chan Baas.
- Teodoro Fernando Cab Escalante.
- Ruby Aracelly Madera Chan.
- Jesús Chale Tzek.
- Eduardo Espinoza.
- Juan Bautista Caamal Uicab.
- María del Socorro Escamilla Beltrán.
- Reina Guadalupe Cantón Chuil.
- San Silverio Matos Baas.
- Edilberto Chunab.
TE BUSCO, PORQUE TE AMO.
Cada nombre, una vida. Cada respuesta, un amor que no se apaga.
Porque mientras el país normaliza la desaparición, estas madres se aferran a algo tan simple y tan poderoso como la esperanza.Y cada diciembre, su esperanza se vuelve árbol.
Se vuelve esfera. Se vuelve nombre. Se vuelve un “te busco porque te amo”.




