El 17 de octubre, el Consejo Comunitario de Kinchil entregó por escrito una denuncia al INAH para dar parte de la destrucción del patrimonio maya de la zona arqueológica de Tzemé, que cometió la empresa CRIO, para extender los módulos de las aves. Tras constatar los daños, suspendieron la construcción, pero siguieron con los trabajos sin respetar los sellos de suspensión de obra. Además, señalaron que las abejas están siendo invadidas por moscas y el aire y agua contaminada.
Por Claudia V. Arriaga Durán.
Kinchil, Yucatán, 04 de noviembre de 2025.- “Duele que nos engañen porque estaba clausurado el lugar y sin embargo, las maquinarias siguen, están las maquinarias trabajando ¿nos quieren ver la cara?”, reclamó Gregoria Dzul de pie junto al sello de clausura que colocó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que ignoró la empresa avícola CRIO, mientras continuaba trabajando con maquinaria pesada, tras destruir vestigios de la zona maya de Tzemé del municipio de Kinchil.
“A nosotros como pueblo maya y trabajadores del campo nos quieren hacer creer que clausuraron, pero si el INAH hiciera bien su trabajo estarían yendo a ver sí realmente la obra ya paró”, continuó la mujer que forma parte del Consejo Comunitario de Kinchil.
El 17 de octubre, el Consejo Comunitario de Kinchil entregó por escrito una denuncia al INAH para dar parte de la destrucción del patrimonio maya que cometió la empresa CRIO para construir módulos de aves. Y aunque suspendieron la obra, la maquinaria siguió trabajando.
“Están destruyendo a apenas 300 metros de la pirámide de Tzemé, está área era conocida como Kolotso y había dos pirámides con su pozo y todo fue aniquilado por está megagranja que también está cometiendo ecocidio y destruyendo selva baja caducifolia”, explicó otro integrante del Consejo Comunitario de Kinchil, Federico May mientras la maquinaria pesada trabajada detrás de él.
Actualmente, CRÍO tiene dos módulos con seis naves en las que viven miles de aves y están construyendo estás otras para expandirse. La presencia de la megagranja de aves aseguraron que ya ocasionó daños al aire, agua y la tierra.
La gallinaza, es decir, el excremento de las aves ha generado una gran cantidad de moscas que está invadiendo los apiarios.
“Nos afecta mucho, nos destruyen los árboles y las abejas dependen de la floración. Se siguen acercando estás naves avícolas y están afectando el aire. En donde tiran la gallinaza, el excremento contamina los árboles y la tierra por el calor y la peste”, María Modesta del Consejo Comunitario de Kinchil.
El personal de CRÍO al ver que fueron sorprendidos por los habitantes del pueblo cuando continuaban los trabajos sin respetar la suspensión del INAH,llamó a la policía del municipio. Los oficiales les preguntaron a los habitantes que hacían en el lugar. No escaló a más el conflicto, sin embargo, reprocharon que los policías no hicieron ni un exhorto a la empresa para que detenga la obra.



