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FGE sin suficientes pruebas contra comisario que luchó contra megagranja Santa María Chi

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La audiencia de este lunes 13 de octubre, en el caso penal interpuesto en su contra por la granja porcícola, no tuvo una resolución definitiva, pero sí un giro inesperado. Wilberth relató que el juez criticó duramente la inacción de la Fiscalía y le concedió un último plazo de diez días para, después de diez meses, presentar pruebas reales o desistirse de la acusación. La nueva fecha clave es el 22 de octubre.

Sofía Vital.

«No sé si te acuerdes pero, hace años, estaba la materia de ecología en la primaria. Mi maestro nos decía que debíamos ser responsables si queríamos progresar, el progreso no es malo, lo que es malo es no ser consciente» , me contaba Elsy mientras esperábamos la audiencia de Wilberth Alfonso Nahuat Puc. Activistas y ciudadanos de Santa María Chi habían llegado temprano, aunque la cita era a la una en el Centro de Justicia Oral de la ciudad de Mérida. Nos habían dicho que era una audiencia a puertas abiertas, esto significa que las personas que venían a apoyar a Wilberth, así como la prensa, podrían entrar.

Cuando vimos llegar a Wilberth, el actual subcomisario de Santa María Chi, decidimos también entrar para ser parte de la audiencia. Llegamos a la sala 7 y Wilberth con sus abogados ya había entrado, así como los demandantes. Pero cuando quisimos entrar, no se pudo; nos dijeron que el juez lo había decidido a última hora. Así que se decidió quedarse fuera de la sala a esperar. Pasaron unos veinte minutos y en eso dejaron entrar a la mamá de Wilberth a la audiencia, los demás nos quedamos esperando.

Nos dieron una torta y un juguito para la espera, una torta que sabía a solidaridad y que amenizó la tarde entre pláticas de los vecinos de Santa María, de Chichi Suárez, uno que otro de Sisal y Homún. Platicaban sobre cómo de los pozos estaba saliendo agua sucia, el olor que por las mañanas y por las noches llega a ser insoportable, de la forma en que ha cambiado nuestra alimentación y cómo, probablemente, nosotros mismos hemos provocado el caos. Recordaban cómo con los solares se mantenía una familia, pero que se ha confundido el progreso con tener un patio lleno de cemento, creyendo que tener gallinas es sinónimo de pobreza.

Entre las pláticas se fueron pasando las horas y, dando las tres de la tarde, se abrieron las puertas. «Ahí van los demandantes, se fueron corriendo para evitar que les exigamos justicia» , se escuchó entre los que estábamos afuera. Cuando vi salir al equipo legal que abogaba por Wilberth con rostros derrotados, pensé lo peor. Pero no, Wilberth seguía libre. Cansado, desanimado, pero libre.

Lo seguimos hasta la salida de las salas de audiencia. Al llegar al vestíbulo principal, todos aplaudieron, gritaron palabras de aliento sin importar el resultado, porque no pensaban ni piensan dejarlo solo.

«¡El pueblo, unido, jamás será vencido!» , coreaban mientras Wilberth, con el rostro marcado por la tensión de las últimas horas, se preparaba para hablar. «¡No estás solo! ¡Justicia!».

Rodeado por su gente, explicó lo que había pasado tras las puertas cerradas. La audiencia de este lunes 13 de octubre, en el caso penal interpuesto en su contra por la granja porcícola, no tuvo una resolución definitiva, pero sí un giro inesperado. El juez, relató Wilberth, criticó duramente la inacción de la Fiscalía y le concedió un último plazo de diez días para, después de diez meses, presentar pruebas reales o desistirse de la acusación. La nueva fecha clave es el 22 de octubre.

También resolvió el misterio de la puerta cerrada. «Mil disculpas, yo les dije que era público», comenzó, «pero el licenciado de la porcícola metió un escrito diciendo que no quería que fuera público por su seguridad, que recibió amenazas la vez pasada, cosa que no fue así», reiteró.

La procesión, sin embargo, va por dentro. Cuando le preguntaron cómo le afectaba todo esto, su voz se quebró un poco. «Psicológicamente, sí, un poco. No puedes ni dormir», confesó. Contó cómo en Santa María le advierten del peligro, cómo sus amigos están pendientes de dónde anda. Es el precio de visibilizar una lucha que muchos prefieren ignorar. «Se vulneran los derechos y se pisotean a los pueblos mayas, y esto es un claro ejemplo. Por eso muchos no alzan la voz», relato.

Pero en su cansancio también había una chispa de reivindicación: la granja porcícola en cuestión ya cuenta con una orden de clausura total y definitiva, lo que hace todavía más absurdo que el proceso penal continúe.

La gente escuchaba en silencio, asintiendo. La torta compartida, las historias de los pozos contaminados, la espera bajo el sol, todo cobraba sentido en sus palabras. Esta no era solo la lucha de Wilberth; era la de Elsy, la de los vecinos de las comisarias y la de todos los que sienten que el progreso les está arrebatando el agua, la tierra y la paz.

Y mientras la incertidumbre aguarda hasta el 22 de octubre, una cosa quedó clara en los pasillos del Centro de Justicia: Wilberth Alfonso Nahuat Puc no camina solo. El pueblo maya, como él mismo dijo, vive y persiste.