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Un nuevo florecer: activismo no binario y transmasculino en Yucatán

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Por Sofía Vital

Yucatán 24 de julio de 2025.-Con emoción y firmeza, los colectivos Azul Transparente y Espectro No Binarie Yucatán convocaron recientemente a un encuentro simbólico que marcó dos hitos importantes en su historia compartida: la renovación de la agenda política y comunitaria de Azul Transparente, y el inicio formal del camino organizativo de Espectro No Binarie. Ambos procesos confluyen en un objetivo común: sembrar resistencia, cuidado y transformación desde las vivencias disidentes en un contexto aun profundamente normativo.

El evento Un nuevo florecer, abierto a todas las edades y con una invitación especial a las familias, se llevará a cabo el viernes 25 de julio a partir de las 6 de la tarde en el Centro Cultural Serpientes de Medusas. Con una cooperación sugerida de 50 pesos, la cita buscasostenerse de forma autogestiva y brindar un espacio lleno de arte, reflexión y expresión, en el que florecieron proyectos de la resistencia transmasculina y no binaria como semillas de esperanza. La organización remarcó que el objetivo era “seguir siendo tierra fértil para el florecer trans”, al tiempo que extendieron una invitación abierta a personas transmasculinas y no binarias con proyectos artísticos o autogestivos a compartir su trabajo y fortalecer la red comunitaria. También se reiteró el compromiso con la accesibilidad, animando a quienes requirieran apoyo específico para asistir a comunicarse directamente con el colectivo.

Espectro No Binarie Yucatán nació ante la necesidad urgente de generar un espacio propio para identidades no binarias, muchas veces marginadas incluso dentro de los mismos colectivos trans. Ene Martínez, fundadore y actual coordinadore del proyecto, ha señalado en diferentes espacios que, si bien las personas no binarias se encuentran bajo el paraguas trans, sus experiencias y necesidades no siempre son comprendidas o tomadas en cuenta. Durante años —explica—, estas identidades fueron nombradas solo desde la burla o como una nota al pie dentro de los discursos más amplios. Frente a esa invisibilización, surgió la convicción de crear un espacio donde hablar, donde existir con dignidad, construir comunidad y hacer incidencia política.

Junto a este esfuerzo, se articula el trabajo de Azul Transparente, organización fundada hace casi cuatro años por León Burgos para acompañar y visibilizar a personas transmasculinas. Lo que comenzó como un esfuerzo impulsado desde el afecto —“desde el amor”, ha explicado en diversas ocasiones—, pronto asumió la responsabilidad de pensar a quién se convoca, cómo se incide y qué se propone como colectivo. Con el paso del tiempo, Azul Transparente orientó su agenda hacia el retorno a la comunidad: fomentar espacios de escucha, convivencia, arte y juego. Para Burgos, crear “espejos donde podamos vernos” se ha convertido en una necesidad urgente. Adolescentes transmasculinos, dice, comienzan a hacer preguntas que ni el sistema ni las instituciones saben responder, y eso impulsa a continuar.

Ambos colectivos coinciden en que su activismo no se limita a la denuncia o la resistencia: también es una forma de ternura. La creación de espacios como Un nuevo florecer da cuenta de esa apuesta. En palabras de Burgos, el arte también es protesta, y florecer no implica únicamente sembrar, sino también cuidar, regar y sostener.

Este trabajo, sin embargo, no está exento de desafíos. En Yucatán, las estadísticas oficiales sobre personas trans son prácticamente inexistentes, y las instituciones siguen funcionando bajo una lógica binaria que borra muchas existencias. La falta de reconocimiento legal, el acceso limitado a derechos básicos como la salud o la identidad legal siguen siendo deudas urgentes del Estado. Martínez ha expresado en distintos foros que, en ocasiones, cambiar de identidad implica prepararse emocionalmente para dejar de existir en los registros oficiales.

El machismo estructural en el estado también sigue presente, señalan desde ambos colectivos. La idea de que solo existen hombres y mujeres cisgénero aún domina el pensamiento institucional y cultural, y esto se reproduce incluso en sectores del feminismo hegemónico (dominio o supremacía). A pesar de ello, reconocen que comienzan a abrirse ciertos espacios, aunque de manera parcial, con errores, pero también con voluntad de transformación.

Uno de los ejes más relevantes de su trabajo es la reflexión en torno a las transmasculinidades. Desde su experiencia acompañando a hombres trans, Burgos advierte que muchos llegan con ideas rígidas sobre lo que implica ser hombre. Su propuesta, en cambio, es clara: no se trata de transicionar hacia el sistema, sino hacia la autonomía individual.

A nivel global, los retos tampoco son menores. Los discursos de odio resurgen con fuerza, particularmente en países como Estados Unidos, donde figuras como Donald Trumppromueven narrativas de exclusión que se replican en América Latina. Para quienes integran estos colectivos, no se trata de una amenaza lejana. La idea de borrar sus existencias está presente, y por ello consideran fundamental organizarse, colectivizar y reconocerse mutuamente.

El mensaje final de ambos colectivos es también un llamado a las familias. No se trata —dicen— de saberlo todo, sino de acercarse, preguntar y acompañar. Martínez recuerda un momento especialmente doloroso: un paciente suya expresó comentarios transfóbicos sobre la magistrade Ociel Baena, sin notar que hablaba con una persona no binaria. Ese instante reveló cuánto falta por avanzar, incluso en lo cotidiano. “Era solo una ‘e’ al final de una palabra”, reflexiona.

Y, pese a las heridas, la esperanza se mantiene. No como un acto ingenuo, sino como una decisión política. Porque existir, en estos contextos, ya es una forma de resistencia. “Hemos existido, existimos y existiremos —afirman—. Cada paso que damos, aunque sea pequeño, siembra algo para quienes vienen después”