Por Kiki Vc.
Este 12 de marzo de 2025, horas después de que la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) anunciara a través de las redes sociales, planes para ampliar su matrícula y modernizar instalaciones; estudiantes de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CCBA) respondieron con un contrarrelato visual contundente: fotos y videos que exponían baños en malas condiciones , laboratorios desmantelados y, de manera escalofriante, vacas en condiciones de abandono y maltrato en las áreas pecuarias del campus.
La polémica estalló desde el 7 de marzo durante un evento por el Día Internacional de la Mujer, donde el director de la CCBA presentó la expansión como un «logro histórico». Pero los estudiantes, en lugar de celebrar, denunciaron ante medios locales la censura a sus protestas y años de negligencia institucional. Para cuando la UADY publicó en redes un comunicado festejando el proyecto como un «triunfo estudiantil», las pruebas gráficas de los alumnos ya inundaban plataformas digitales.
Las imágenes —amplificadas en Facebook— mostraban salones con bancas rotas, cables pelgando y laboratorios sin insumos básicos. Pero fue el material sobre el área agropecuaria lo que encendió indignación: fotografías de vacas esqueléticas, con heridas sin tratar y aprisionadas en corrales llenos de lodo y desechos. En un video, una estudiante grabó a un bovino con una pata visiblemente infectada. «Esto no es educación, es tortura», escribió en el pie de foto.
«Quieren más alumnos pagando matrícula, pero no invierten en lo esencial». Los críticos acusan a la universidad de priorizar ingresos sobre el bienestar animal y académico, señalando que parcelas de cultivo, estanques de acuicultura y establos —claves para la formación práctica— carecen de mantenimiento desde hace años.
El deterioro también afecta a las aulas: profesores han comprado materiales con su propio dinero para prácticas, mientras alumnos toman notas en salones sin ventilación o con goteras. «Hasta las paradas de autobús son un lujo aquí» se ve en los comentarios.
La campaña digital estudiantil —una mezcla de denuncia y sarcasmo— ya trascendió las redes y gracias a esto se han compartido las evidencias esperando no quedar impune está situación y la voces de los alumnos sean escuchadas. «No solo nos ignoran a nosotros, sino a seres vivos que dependen de su cuidado», afirmó un estudiante de zootecnia.
Mientras el debate sobre la ética académica se intensifica, una pregunta resuena: ¿Puede una universidad crecer si olvida sus bases? Por ahora, la respuesta yace en los videos e imágenes compartidos cientos de veces: ventanas rotas, animales sufriendo y aulas en penumbras, un testimonio pixelado de promesas incumplidas.