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Gaspar, prestó su servicio en huracanes, hoy lucha por su patrimonio

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Don Gaspar Cel Yam, de 55 años, recuerda con orgullo las labores de auxilio que prestó con su unidad de transporte público durante el paso de los huracanes Isidoro y Wilma, dos de los más devastadores en la historia reciente de Yucatán. En 1996, ingresó a la Alianza de Camioneros. Comenzó como operador de ruta y, en 2002, adquirió su propia unidad para ascender a socio de la alianza.

Por Fabio Fuentes.

Don Gaspar Cel Yam, de 55 años, recuerda con orgullo las labores de auxilio que prestó con su unidad de transporte público durante el paso de los huracanes Isidoro y Wilma, dos de los más devastadores en la historia reciente de Yucatán. En 1996, ingresó a la Alianza de Camioneros. Comenzó como operador de ruta y, en 2002, adquirió su propia unidad para ascender a socio de la alianza.

Al igual que otras familias, vive la incertidumbre, el despojo y el descrédito de los líderes de la alianza, quienes vendieron todas las acciones al grupo ADO para reconfigurar el sistema de transporte público en Mérida. A él, como a otras personas, lo dejaron sin sustento, empleo, ahorros y patrimonio. Dedicó años al trabajo en las rutas del sur de la ciudad. Ese trabajo lo vio crecer en medio de la expansión urbana y el aumento de la demanda del servicio.

Don Gaspar operó su unidad en uno de los dos turnos con el objetivo de ahorrar tiempo y dinero para acceder a la jubilación a una edad temprana. A pesar de su esfuerzo y de haber sido testigo de numerosas emergencias, además de comprender la necesidad de modernizar el transporte por motivos ecológicos, no fue tomado en cuenta cuando se reestructuró el sistema. Aunque entendía la necesidad de ese cambio, no se le permitió seguir trabajando. Los líderes sindicales ejercieron presión contra aquellos que pidieron cuentas claras de la gestión. Estos líderes, según denuncia, se enriquecieron a costa del esfuerzo de los trabajadores, manejaron una red de negocios para familiares, viajes al extranjero y un estilo de vida ostentoso.

Hoy, don Gaspar trabaja como chofer de plataforma. Gana entre 700 y 800 pesos diarios tras más de 10 horas de trabajo. A sus 55 años, se siente cansado. Creyó que, al terminar de conducir autobuses, disfrutaría de los beneficios de su esfuerzo, pero todo le fue arrebatado. No pudo trabajar su unidad por la falta de uso y le negaron el derecho a sus acciones. Las unidades que adquirió con su esfuerzo y ahorros fueron tomadas por los líderes de la alianza.

Don Gaspar ha demostrado ante la fiscalía que las unidades son suyas. Los líderes de la alianza le quitaron las placas y no devolvieron los papeles. Los gastos continúan, mientras los choferes de plataforma siguen recibiendo salarios bajos. A pesar de la frustración, don Gaspar no pierde la esperanza, aunque el coraje por la injusticia lo atraviesa. Pide al gobierno estatal que audite a los líderes de la alianza, quienes viven en una opulencia que no podrían justificar ante una auditoría fiscal.