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La voz de la experiencia: Jubilados de Ferrocarriles Nacionales de México advierten sobre el futuro del Tren Maya

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Por Fabio Fuentes

Viernes 08 de noviembre de 2024.- Con décadas de experiencia acumulada —50 años como maquinistas, 25 como garroteros y 30 como inspectores de vías—, los jubilados de los antiguos Ferrocarriles Nacionales de México y del Ferrocarril del Mayab tienen una voz autorizada para hablar sobre los desafíos y posibilidades de revivir un sistema de transporte ferroviario para pasajeros. Para estos veteranos, que conocieron el esplendor de los trenes en México, el ferrocarril fue un medio de transporte vital y subsidiado que conectaba ciudades de forma puntual y eficiente, pero que dependía siempre del apoyo gubernamental.

Estos hombres, que fueron testigos de la evolución de las vías férreas hasta el trágico desmantelamiento de los ferrocarriles nacionales bajo la administración de Ernesto Zedillo, observan ahora con tristeza el abandono de las vías en Mérida y sus alrededores. Pocos recuerdan el paso de las viejas locomotoras de diésel que conectaban la capital yucateca con Progreso y Valladolid.

Para figuras como don José Camilo, Carlos Beltrán, Gregorio Ávalos y Domitilo Rendón, el panorama es desalentador. Hoy, donde se encontraban los antiguos patios de maniobras y talleres de reparación, solo queda “La Plancha”, un parque en el centro de Mérida que conserva los ecos del pasado ferroviario. Allí, rodeados de furgones, tanques de combustible y el olor a grasa, estos trabajadores portaban orgullosos sus overoles, pañuelos paliacates y gorras de maquinistas, mientras operaban las imponentes locomotoras que alguna vez impulsaron la economía y conectaron al país.

Testimonio y opiniones de veteranos ferrocarrileros

La nostalgia de estos ferrocarrileros contrasta con la realidad actual. Las antiguas locomotoras son ahora piezas de museo en un entorno transformado en espacios de comida rápida y fuentes danzantes de agua, bajo la vigilancia militar. Para estos hombres, resulta incomprensible cómo las autoridades permitieron la construcción del Tren Maya sin considerar la viabilidad y sostenibilidad de un sistema de transporte que, aseguran, no podrá sostenerse sin subsidios.

«El Tren Maya no es un tren en el sentido tradicional; más bien parece un transporte ligero o un metro», señalan los exferrocarrileros, escépticos de que el proyecto pueda cumplir con los estándares de sustentabilidad y rentabilidad. Aseguran que nunca funcionará como tren de carga, y que, en términos de pasajeros, solo podrá mantenerse a flote con ayuda gubernamental. «El transporte de pasajeros por tren nunca ha sido un negocio rentable en la historia de este país», enfatizaron, en ocasión del Día del Ferrocarrilero.

Domitilo Rendón recuerda los largos recorridos, como el de 20 horas desde Mérida hasta Coatzacoalcos, Veracruz, viajes extenuantes pero llenos de honor y orgullo para quienes dedicaron su vida al ferrocarril. Según él, el deterioro de las vías en el sur del país y la falta de inversión hacen inviable un servicio de pasajeros exitoso. Mientras en el norte las líneas operadas por Ferromex y Grupo Carso se mantienen en condiciones óptimas gracias a la inversión extranjera, en el sureste las vías están virtualmente abandonadas.

Para estos jubilados, la verdadera rentabilidad del ferrocarril radica en el transporte de carga. Lamentan que no se haya consultado su experiencia para el desarrollo del Tren Maya, un proyecto que, inicialmente, iba a ser dirigido por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), pero que terminó bajo la supervisión de Fonatur y, eventualmente, del ejército, cuyas funciones son distintas a las de operar un sistema ferroviario.

Con una visión crítica, estos veteranos del tren prevén que, sin subsidios continuos, el Tren Maya jamás será un negocio rentable. Y advierten que, pese a la nostalgia y el deseo de revivir el sistema ferroviario, el proyecto no alcanzará sus metas sin un enfoque más sólido y sostenible.