Violencia institucional, acoso sistemático y sexual sumada a la carga académica, son algunas de las violencias que atraviesan a las mujeres estudiantes de medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) durante el internado de pregrado en medicina en el Hospital Juárez del IMSS.
Por Claudia V. Arriaga Durán
Mérida, Yucatán, 06 de septiembre de 2022.- Violencia institucional, acoso sistemático y sexual sumada a la carga académica, son algunas de las violencias que atraviesan a las mujeres estudiantes de medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) durante el internado de pregrado en medicina en el Hospital Juárez del IMSS.
Ana -cuyo nombre fue cambiado por seguridad-, relató que desde que inició en el hospital, una doctora les advirtió del acoso sexual naturalizado en la institución. Sin embargo, ella y sus compañeras trataron de ser positivas y pensaron que no les pasaría.
A la joven y sus compañeras les preocupa que el acoso sexual y la violencia laboral inicia con acciones que se pueden confundir con cuestiones de aprendizaje. Puntualizó que es la manera de abordar a las víctimas.
“Se notaba el trato preferencial, a nosotras nos daban más oportunidades de hacer procedimientos, nos aceptaban más casos para presentar, lo cual se podía confundir con que nos tomaban en cuenta académicamente”, comentó.
Luego de un tiempo en el hospital el ambiente se volvió hostil. Las internas estaban expuestas a comentarios de tipo sexual sobre los cuerpos de otras compañeras. Debido a que se trabaja de acuerdo a jerarquías no podían denunciar las agresiones.
“Si dices algo te dejan de considerar para enseñarte, prácticamente te condicionan la educación”, apuntó.
“Escuchamos comentarios de doctores y enfermeros, que sin vergüenza alguna hablan del cuerpo de las mujeres en tono vulgar y sexual. Decían cosas como que tal enfermera tiene las nalgas de tal manera, que la imaginaban de tal forma y enfrente de nosotras. Nuestra forma de protesta era salirnos del sitio donde estábamos y no escucharlos”, dijo angustiada en entrevista.
Vivir en depresión por el acoso sexual
Ana fue acosada sexualmente por un residente, quien insistía en invadir su espacio personal y tocarla lascivamente. No sabía cómo detener la situación y pidió ayuda a sus compañeras. Lamentó que tuvo que mencionar que tenía una pareja hombre para que paren las agresiones.
“Me pasó con un residente, me empezó a tocar la espalda, el cabello, se me acercaba de manera sexual, me hablaba en el oído y me shockeo porque nunca me había pasado, no supe qué hacer. Le dije que no me gustaba y lo siguió haciendo dos veces más. Tuve que mencionar que tenía pareja, es decir tuve que mencionar a otro hombre para que un hombre me deje en paz”, sostuvo.
Luego del acoso sexual, Ana atravesó un episodio de depresión, buscó ayuda psicológica y entendió que no tenía que cambiar nada en ella, que no era su culpa. Se animó a hablar del tema porque es importante visibilizar lo que ocurre y exigir a las autoridades académicas garantizar la seguridad de las estudiantes.
“Me afectó, caí en depresión por semanas, además, es algo de diario, a gran escala o pequeña, pero todo el tiempo hay machismo y todo el tiempo hay acoso laboral, hay que aprender a manejarlo, pero no es fácil. Es tanto que pasa da miedo normalizar porque es lo que vemos con las enfermeras, a ellas considero que las acosan mucho, pero hacen oídos sordos o se unen a los comentarios. Creemos que lo aceptaron porque no les queda de otra”, detalló.
Ana mencionó que en el pasado, algunas estudiantes pidieron apoyo a la UADY, pero nada pasó, las ignoraron. Otras tampoco quisieron insistir, pues temen las represalias y los alcances que pueda tener hacer el tema público. Además, reiteró el doble esfuerzo que representa para las personas introvertidas denunciar la violencia que ejercen en su contra.